Quiero compartir este sentimiento contigo porque estoy
segura que muchos no saben lo que significar abrir su hogar para recibir a un
desconocido, una persona por la que apostamos sea amable, gentil, bien portado,
pero que aún cuando ya la tenemos frente a frente y le extendemos la mano para
darle la bienvenida ¡es una auténtica sorpresa!
Las primeras horas
transcurren entre la formalidad del recibimiento y la conversación sobre
aspectos de la ciudad que consideramos les puedan ser útiles. Luego empiezan a ceder las formalidades y nos
gana la cotidianidad, en el servicio con familiaridad, el consejo, alguna broma,
pero el momento más rico es cuando decidimos compartir un poco más y nos
mostramos nuestras fotos. Pese a la todavía presente barrera idiomática, que
lucho por eliminar, pero aún no lo consigo, bueno, pues pese a ella, el
intercambio de anécdotas, fotos y videos con estas personas que comparten
nuestro hogar, aunque sea solo por algunos días, es fantástico.
Ellos nos cuentan de
sus viajes, nos enseñan sus fotos, nos cuentan de su familia (ya conocen buena
parte de la nuestra). En Casa Castellón también le enseñamos nuestras fotos, de
lugares que el ser nativos nos ha permitido visitar primero, les damos una
primicia con sabor familiar de lo que hallarán al viajar por Cuba. Ese
intercambio señores ¡es único! ¡E irrepetible!
¿ Me cuentas sobre tu experiencia al recibir huespedes desconocidos en tu casa?