Soñadora, marinera, la radiante
Habana coquetea al lente, a la mirada curiosa. En pose señorial, sabedora de
sus añejos y renovados encantos arropa al visitante atrapado por su magia. La
capital de todos los cubanos está de cumpleaños, festejos que mucho tienen que
ver con el turismo y con los tantísimos viajeros de todo el mundo que la
visitan.
Hoy la
propuesta es adentrarnos en esta urbe de la mayor isla caribeña. Esta ciudad que
tiene el aval de haber sido elegida en 2014 por New7WondersCities como una de
las siete ciudades maravilla del mundo, porque “representa la diversidad global
de la sociedad urbana”, según aseguró entonces Bernard Weber, presidente de la
fundación organizadora.
A esa
condición aspiraron mil 200 ciudades de 220 países. Por demás, La Habana
clasificó entre las 25 localidades más fotografiadas del planeta.
Concretamente, la capital cubana ocupó el puesto número 21 del ranking hecho
público por Shigstmap. Sobran razones para amarla…
Fundada
definitivamente en 1519 a la sombra de una frondosa Ceiba, colmada hoy de mitos
y tradiciones, La Habana devino una ciudad muy cosmopolita, destino de viajeros
de las más diversas latitudes deseosos de conocerla. Aquí el visitante
encuentra gente alegre, solidaria, hospitalaria, cargada de amor, acostumbrada
a luchar contra el paso del tiempo, a reinventar soluciones sin dejarse
amilanar por las adversidades.
La Habana,
entre las más pobladas del Caribe, es una ciudad plena de historia. Fue la
sexta villa fundada por la colonia española en Cuba en 1514. Empero, el momento
exacto de su fundación es impreciso, por ello fue tomado como tal el día de la
misa para bendecir la decisión de su último traslado. Es así que la Villa de
San Cristóbal de La Habana -que como tal se llamó- se fundó un 16 de noviembre
a orillas del Puerto Carenas.
Aquí
comienza el turismo en Cuba, en una mezcla de arquitectura, ruinas, de autos
antiguos cual museo rodante que traslada al visitante al siglo pasado y lo
devuelve al presente con su rica cotidianidad de esfuerzos multiplicados de
toda su gente a favor de la nación.
Una Habana
que se mueve también a golpe de salsa, son y danzón, de bailes y tonadas,
mezcla de lo español y lo africano, pero donde también confluyen costumbres y
tradiciones de emigrantes chinos, haitianos, alemanes, franceses, hebreos y de
otras muchas latitudes.
Como capital
de la nación es centro económico, político y cultural. Aquí está el más
importante aeropuerto del país, José Martí. Aunque a esta ciudad se llega
también por vía marítima por la Terminal de Cruceros de la Avenida del Puerto,
por la Marinas Hemingway, al oeste capitalino y en el otro extremo, por Tarará.
Numerosos sitios de recreo, de interés cultural, turísticos y gastronómicos
están entre las variadas ofertas estatales y privadas; incluidos grandes hoteles
y renombrados cabarets y restaurantes. Pero el principal atractivo histórico,
costumbrista, de arquitectura y sabor cubano lo encontrará el visitante en La
Habana Vieja, declarada por la Unesco, Patrimonio de la Humanidad hace más de
tres decenios.
El auge del
tráfico marítimo contribuyó a transformar a la capital cubana en una de las
ciudades más importantes entre las posesiones españolas en América. Atractivo
que la convirtió, además, en una ciudad invadida en 1555 por piratas y en 1792
por la flota inglesa, de lo cual son testigos hoy sus murallas y refugios.
Entre ellos, la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, el Castillo de los Tres
Reyes del Morro, La Punta y la Real Fuerza, baluartes durante siglos en la
defensa de la ciudad de corsarios y piratas, convertidos en museos y plazas
culturales.
Un paseo por
estos lugares, puede terminar en la ceremonia del Cañonazo, justo a las nueve
de la noche, una centenaria tradición de las noches habaneras en la fortaleza
San Carlos de la Cabaña, iniciada en el siglo XVIII cuando desde esta propia
fortaleza se disparaba una salva para anunciar a los vecinos el momento de
cerrar o abrir las puertas de la muralla.
En ese
entonces la Villa estaba rodeada por un muro que definía sus límites; de
aquella obra quedan algunos tramos en lo que hoy es La Habana Vieja, que luce
sus mejores galas de antaño y de ahora gracias al doctor Eusebio Leal, el
historiador de la ciudad, el “culpable” de lo real maravilloso que disfrutan
todos los cubanos y visitantes foráneos en esa parte esencial de La Habana.
Más cercano
en el tiempo, pero que es un sello indiscutible de esta ciudad está también el
Cristo de La Habana, considerada la mayor escultura al aire libre realizada por
una mujer, la reconocida artista Lilia Jilma Madera Valiente (San Cristóbal,
Pinar del Río, 1915- 2000). Para llegar hasta ese complejo arquitectónico – que
no solo incluye al Cristo- puede realizarse una travesía desde el tradicional
punto en el Muelle de Luz, en la Avenida del Puerto, en la Lanchita de Regla, medio
de transporte más usado por los pobladores; desembarcar en Casablanca y subir
por una empinada escalera hasta la cima de la colina.
Casablanca es
un humilde caserío de pescadores, que data desde 1762, cuando la toma de La
Habana por los ingleses, y tiene otros muchos encantos además del Cristo
situado en lo alto de una colina, llamada también Loma de Casablanca.
Tras casi
cinco centurias de fundada a la sombra de una ceiba, en lo que ahora se conoce
como El Templete, La Habana disfruta su privilegiado don geográfico. La
simbiosis de los habaneros con el mar desde aquí es más perceptible y la
estatua de Cristo, que recibe a los visitantes a la entrada de la bahía es un
símbolo capitalino que así lo demuestra.
También está
la Giraldilla, la misma estatuilla de la marca Ron Havana Club que distingue a
ese producto cubano en el mundo y es uno de los símbolos más antiguo y
representativos de La Habana, que encierra en sí una hermosa historia de amor.
Cientos de
lugares históricos, sociales, turísticos, culturales y de recreación colman La
Habana que la convierten en una ciudad de subyugantes atractivos.
Razones por
la que algunos se atreven a decir que la capital cubana es de los sitios de
mayor fuente de inspiración, sobre todo de las más diversas tonadas en estilos
y géneros.
Habana,
hermosa Habana: Lindo es tu Prado. Lindas son tus calles, Bello es tu mar.
Habana… así imaginaron la capital cubana en su contagiosa melodía el grupo
vocal Los Zafiros. “Hermosa Habana” obra de Rolando Vergara formó parte del
disco La Caminadora también interpretada por la diva del Buenavista Social
Club, la cantante Omara Portuondo. “… Habana, si mis ojos te abandonaran, si la
vida me desterrara a un rincón de la tierra, yo te juro morirme de amor y de
ganas de andar tus calles y tus ciudades”.
Otros muchos
le han cantado a esta capital: “Mi Habana de siempre”, de Moraima Secada. “La
Habana sí”, de Juan Formell, Canción a mi Habana, Tania Castellanos, Vuelvo a
mi Habana, de Argelia Fragoso; La otra España, del Grupo Mocedades; Postal de
La Habana, Joaquín Sabina; La Habana me queda chiquita, de Pachito Alonso, Como
te gusta hacerte el habanero, de Adalberto Álvarez y su son y Locos por mi
Habana de Manolito Simonet y su trabuco; entre otros muchos.
Pero, La
Habana es mucho más inmensa, todo lo dicho hasta aquí es poco. Una ciudad que
se alza, a contrapelo de mil y un obstáculos, y su gente defiende el derecho de
vivir en una ciudad bella, funcional y de todos. Si de verdad quieres saber
qué y cómo es La Habana, hay que sentirla, tocarla con las manos.
Articulo
tomado de Caribbean News Digital
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