Con esta publicación quiero comenzar una serie de
trabajos sobre las Plazas de la Habana Vieja. Serie que forma parte, (y como se
dice siempre) valga la redundancia, de la serie Conociendo la Habana Vieja que
comencé a compartir contigo hace unos meses en este blog.
La Habana Vieja, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982, es el casco histórico de la ciudad de La Habana, formado a partir del puerto y el centro oficial, la Plaza de Armas. En ella encontrarás todo tipo de monumentos antiguos, fortalezas, iglesias, palacios, auténticas joyas arquitectónicas de diversas épocas y ofrece una de las colecciones de edificaciones urbanísticas más completas de toda América.
Solo esta zona de la ciudad alberga más de cerca de un millar de edificaciones de importancia histórica con diversos ejemplos de una distinguida arquitectura que va desde el barroco hasta el art déco.
En las usanzas españolas del siglo XV la fundación de una villa estaba sustentada en ciertas disposiciones habituales cuyo primer paso era la selección del lugar más adecuado; después, sobre el terreno escogido, se trazaban las calles de forma perpendicular y se dejaba en el centro un espacio para plaza; en torno a ella eran tomados tres solares: uno para casa de gobierno, otro para iglesia y un tercero para los menesteres municipales; los vecinos más importantes tomaban los otros espacios alrededor para levantar sus viviendas.
A diferencia de las típicas ciudades coloniales en América, La Habana se desarrolló no sobre una, sino cuatro plazas principales: La Plaza de Armas, que era el centro militar y defensivo al contar con una fortaleza y un amplio patio utilizado para desfiles militares; la Plaza de la Catedral, utilizada como el centro religioso; la Plaza Vieja, que suponía el eje comercial al albergar un importante mercado; y la Plaza de San Francisco de Asís, que era el punto principal de exportación e importación al contar con un puerto donde atracaban los barcos españoles.
Estas primeras plazas que se crearon en San Cristóbal de La Habana son mucho más que "un lugar ancho y sin casas, dentro de poblado"; en ellas se reúnen, en magnífico concierto: historia, arte, tradición, voluntad constructiva, amor y toda la belleza que la obra humana ha sabido conjugar con los privilegios concedidos por la Creación a esta tierra.
Lo recomendable para explorar La Habana Vieja es pasear de día por sus cuatro plazas coloniales principales, las cuales están conectadas entre sí por estrechas y encantadoras calles adoquinadas, aunque en las noches, el entorno romántico y cultural de cada una de ellas invita a pasearlas y disfrutarlas.
En los últimos años La Oficina del Historiador de La Habana Vieja ha invertido mucho tiempo y esfuerzo en devolverles el espléndido aspecto colonial.
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