martes, 19 de noviembre de 2019

Conoces donde empieza La #Habana?

En lo alto de la fachada, una lápida da cuenta de su inauguración: Reinando el señor don Fernando VII, siendo presidente y gobernador don Francisco Dionisio Vives, la fidelísima Habana, religiosa y pacífica, erigió este sencillo monumento decorando el sitio donde el año de 1519 se celebró la primera misa y cabildo. El obispo don Juan José Díaz de Espada solemnizó el mismo augusto sacrificio el día diez y nueve de marzo de mil ochocientos veinte y ocho. Foto: Diego Grandi

  Que ver, Que hacer

Hoy quiero hablarte de uno de los sitios de la Habana que no puedes dejar de ver durante tu visita a la capital cubana: El Templete, este simbólico templo, devenido monumento y parte integral del centro histórico de la capital cubana marca el punto de origen de la cosmopolita ciudad.


Como custodio de las evidencias de la existencia primera de capital de Cuba. Los principales símbolos de su nacimiento recibieron desde entonces especial cuidado y la compañía de un templo muy particular que, como ella, pasó a la historia.

Según los registros históricos, el Templete fue inaugurado el 19 de marzo de 1828 en donde se estima fue celebrada la primera misa de la Villa San Cristóbal de La Habana, fundada en 1519.

Obra del ingeniero Antonio María de la Torre Este monumento dórico, con pavimento de mármol blanco, elegante y sencillo considerado la primera obra civil de carácter notoriamente neoclásico con que contó La Habana, señala el sitio donde, cuenta la historia, se celebró la primera misa y el primer cabildo de San Cristóbal de La Habana.

Junto a la obra, casi como parte de la arquitectura del lugar se erige una ceiba, que también ocupa parte del emplazamiento original de la villa. De ahí que cada año, habaneros y cubanos en general den tres vueltas al frondoso árbol para celebrar un aniversario más del nacimiento de la ciudad.


La ceiba marca el sitio fundacional y es centro de reverencia y culto cada 16 de noviembre, fecha de la fundación de la ciudad. Según la tradición ese día se dan tres vueltas a la ceiba en el sentido inverso a las manillas del reloj y se pide un deseo.

El Templete, ubicado a un extremo de la Plaza de Armas, tiene una fachada compuesta por un pórtico de columnas dóricas que sostiene un friso decorado y un frontón con una inscripción conmemorativa de la inauguración. También entre los elementos destacables de su arquitectura se encuentra que está compuesto de un arquitrabe de seis columnas de capiteles dóricos, zócalos áticos y cuatro pilastras en los costados. Los pisos interiores son de mármol y su pavimento es de mármol blanco. La edificación se considera como la primera obra civil de carácter neoclásico en La Habana.

En las afueras del Templete se encuentra también la llamada columna de Cajigal, mandada a hacer por el gobernador Francisco Cajigal de la Vega en 1754 al morir la ceiba que marcaba el sitio donde se estima fuera fundada la villa. Esta columna tiene tres caras, que representan la división territorial en tres provincias de la colonia, y termina en una imagen de la Virgen del Pilar, patrona de los navegantes españoles. En su base como adorno se encuentra un busto de mármol del Adelantado Don Hernando de Soto, primer gobernador de La Habana.

Pero además del valor patrimonial, el monumento –pues constituye un singular homenaje a los inicios de la vida habanera- llama la atención por tres lienzos que cuelgan en su interior y que, de alguna manera, resumen momentos claves de más de tres siglos de historia. Las pinturas, de la autoría del pintor francés Jean Baptiste Vermay, representan una advocación a la primera misa, el primer cabildo, y un lienzo central escenifica el acto de bendición del lugar y la misa del obispo de Espada, en presencia del Capitán General, la aristocracia y altos funcionarios del gobierno colonial español.

Dentro del templo se pueden observar tres grandes lienzos realizados por el pintor francés Jean Baptiste Vermay –cuyos restos descansan en el lugar junto a los de su esposa-, que representan una advocación a la primera misa, el primer cabildo, y un lienzo central –pintado con posterioridad- donde aparece una escenificación del acto de bendición del lugar y la misa del obispo de Espada.

Llama la atención en su arquitectura pilastras con capiteles dóricos de la fachada en correspondencia con las columnas del portal; su techo plano, con una amplia cornisa y la cerca de lanzas de hierro terminadas en puntas de bronce, con pilares rematados por copas con piñas, muy a tono con el clima tropical.

Pero sin dudas el elemento principal de esta joya habanera es la ceiba. Este árbol sagrado, especie milenaria, ha sido sustituido en varias ocasiones desde que despareció la original en el siglo XVIII. La que se exhibe actualmente fue plantada en el lugar el 15 de marzo del 2016.

No obstante, el ritual no ha perdido su encanto y el árbol cada año recibe a miles de personas para recordar el ya lejano 1519.

Este simbólico lugar se ha convertido en un punto de obligada visita para quienes deseen conocer cada secreto de una de las más relevantes ciudades del Caribe, por lo que varios recorridos turísticos los incluyen en sus itinerarios. La arquitectura neoclásica y cada detalle que su entorno cuenta al visitante bien valen la pena cuando de vivir La Habana se trata.

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También te invito a escribir tus comentarios en este blog sobre tus visitas a la Habana u otras recomendaciones.

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